Parc Michallon

Expresión contemporánea de los jardines de esculturas originarios del siglo XVI, el parque de esculturas del museo de Grenoble es el lugar ideal para el encuentro entre arte y naturaleza, gracias a las obras de arte que allí se exponen y a la riqueza de su vegetación.
El parque de esculturas del museo de Grenoble sucede al de Middelheim en Amberes, al del Museo Kröller-Müller de Otterlo en los Países Bajos, al del Museo de Luisiana en Humlebaeck, cerca de Copenhague, creado en los años cincuenta, y al del jardín de la Fundación Maeght en Saint-Paul-de-Vence.
Iniciado en 1988, ocupa una superficie de 16.000 m2, magníficamente plantada con grandes árboles y especies raras, y realzada por los restos de una de las murallas que rodeaban la ciudad.
Frente a la explanada del museo, los visitantes son recibidos por la monumental escultura de Alexander Calder, Monsieur Loyal, cuyas placas triangulares de acero atornilladas entre sí forman formas muy dentadas que aportan dinamismo al espacio.
Más adelante, la estructura de acero de Mark di Suvero, Etoile polaire, se dispara hacia el cielo en un estallido extraordinario, su aguja alcanza más de veinte metros de altura. Junto a la Tour de l'Isle, frente a las arcadas de las murallas de la fortificación, se alza la Jeune fille debout, escultura de bronce de Marcel-Antoine Gimond de delicada silueta.
Siguiendo la fachada del museo que da al Isère, en la entrada oeste del parque se alza la escultura Duna, de Marta Pan, compuesta por cinco discos de granito rosa enfrentados que simbolizan el Danubio y sus afluentes. Le sigue Orfeo, obra en bronce de Ossip Zadkine que emerge de un entorno de árboles que se le asemejan.
En el extremo del foso, frente a la sala dedicada al arte americano en el museo, se encuentra Tránsito hacia el Oeste (para los 36 albaneses...), de Richard Nonas, una escultura formada por seis vigas de acero corten dispuestas en triángulos, que se hacen eco del grupo de tres árboles que la rodean.
Subiendo por el terraplén, Zuhaitz, de Eduardo Chillida, un "árbol" de acero corten, ofrece un contraste entre su tronco y la emergencia de sus ramas. En la misma cresta, Couple, de Eugène Dodeigne, impone su monumentalidad y su poder a través de los acentos de sus formas talladas en piedra de Soignies. Abajo, la efigie de bronce de Robert Wlérick, Femme nue debout, Rolande, ocupa un vasto espacio con su equilibrio y sensualidad.
Más allá, frente al río Isère, George Rickey ha instalado su obra Conversation, cuyas partes superiores están fijadas a un mástil y son móviles: los movimientos de esta escultura de acero inoxidable son "una respuesta al viento" y "a la luz".
En el ángulo norte del jardín, la escultura Monoforme 26 de Gottfried Honegger, compuesta de elementos modulares, retoma el principio del arco de triunfo, abriéndose sobre el macizo de la Chartreuse.
El recorrido conduce después a un grupo de coníferas, donde ha encontrado su lugar la Grande Vague de Morice Lipsi, con su forma densa y vigorosa tallada en granito rosa.
Dominando un camino y el foso, Trois lignes indéterminées de Bernard Venet afirma la ligereza y la flexibilidad ilusorias de estas vigas de acero en espiral.
En la esquina del foso, la poderosa construcción de Anthony Caro, Le Chant des Montagnes, se apoya en el muro: el efecto de gravedad, acentuado por el descenso en "cascada" de las losas de acero corten, se contradice con la apertura de un espacio bajo la escultura.
En la entrada sur del jardín se alza Torso de mujer, Cécile, de estilo antiguo, obra de Léon Driver.